domingo, 27 de noviembre de 2016

Primum non nocere

La última vez que escribí en este blog, no me habia graduado, mi vida como pediatra era solo un sueño y no sabia mucho de lo que un residente vive dentro de un hospital.

No sé en que momento decidi estudiar medicina, no recuerdo que edad tenía, ni que estaba haciendo; tampoco puedo del todo asegurar que esa decisión no haya sido influenciada por ER, Grey's Anatomy o, incluso, por mi odio a las matemáticas (Probablemente por eso nunca puedo contestar cuando me preguntan el por qué de mi decisión).
Algunos de mis compañeros estudiaron medicina para complacer a sus padres, otros por que sus padres son médicos, o simplemente por esa necesidad de ayudar, la mayoría no sabemos exactamente el por que de nuestra decision, pero de lo que sí estoy segura es que ninguno de los más de 17,000 médicos que hay en este país tomo la decisión de estudiar medicina para lástimar a los pacientes.

Cada año en nuestro país es más peligroso ser médico, pero no por razones de seguridad, de maras o delincuencia, sino por el paciente. Si, lo leyeron bien, por el paciente. 
La mayoría de personas ven al médico como un ente inhumano, omnipotente, que lo sabe todo, obligado a permanecer en su puesto de trabajo aun cuando todos se han ido a casa,  y se les olvida lo más importante, tambien somos humanos, cometemos errores, nos cansamos, tenemos familia, nos da hambre. Somos médicos no máquinas.

En los ultimos años gracias a la falta de educación de la población, el amarillismo de los medios, y la falta de escrúpulos de muchas personas que ven al médico como un blanco fácil de satanizar, ven en el dolor de las personas el móvil adecuado para enriquecerse, crear demandas y seguir esparciendo la ignorancia y el veneno hacia los médicos. Para la prensa escribir una noticia amarillista difamando un médico genera más interés y ratings, que una noticia de todo el trabajo que se hace en los hospitales, de los sacrificios que como médicos hacemos cada día para lograr llevar salud a quien más lo necesita. 

Nos acusan de ser médicos sin vocación, pero nadie va a pasar toda su vida estudiando medicina para hacer el mal, PRIMUM NON NOCERE nos enseñan en la escuela de medicina, primero no hacer daño, es la base de toda nuestra enseñanza, de todas esas noches de desvelo, de todas esas noches que pasamos lejos de nuestras casas, de nuestras familias, cuando estamos tratando de salvar la vida de tu hijo, de tu hermano, de tu abuelo, de tu madre, no lo hacemos con malicia, queremos salvarlos a todos, cada muerte nos marca, cada lágrima nos afecta, vivimos entre la vida y la muerte. Nadie quiere ver a una madre llorando por que no logramos salvar a su hijo, no hay nada más doloroso que ver morir a un niño cuando has pasado días y noches a la par de su cama calculando medicamentos, sueros, tratando de vencer a la muerte cuando todo lo demás ha fallado. Y nada supera la felicidad cuando todo tu esfuerzo y todo eso que has aprendido logra salvar una vida.

Así que, la próxima vez que vaya a un hospital a las 2 de la mañana, no piense que el médico está ahí para hacerle daño, piense en todo el sacrificio que ese médico ha hecho para estar ahí y ayudarle, tal vez sin haber comido, sin haber ido al baño, sin haber dormido, sin haber visto a sus hijos. Pongase en sus zapatos, y piense si usted sería capaz de hacer los mismos sacrificios, antes de juzgarlos por quedarse dormidos, por sentarse a descansar o por reirse un rato.